Chamula, el centro ceremonial que transmuta

Fredy Martín Pérez

San Cristóbal de las Casas, Chiapas.- En el pasado, San Juan Chamula era el pueblo más grande los Altos de Chiapas, con unos 30 mil indígenas que vivían en chozas de paredes de lodo y techo de paja, que medio siglo después han desparecido y ahora hay enormes construcciones tipo californiano.

Aunque se trata de una comunidad religiosamente muy cerrada, ahora hay familias que permiten a sus hijas ir a la universidad, más gente es bilingüe, ha desparecido el uso de traje y vestido de indios.

Los hombres visten de ladinos, los chamulas se dispersan por todo México y los Estados Unidos y la costumbre de consumir alcohol ha descendido, todo porque “mucha gente” deja que el intercambio de bebidas suaves asuma el rol simbólico que solía tener el licor, explica el antropólogo norteamericano Carter Wilson.

Y ahora donde alguna vez el pueblo que era considerado maya católico, “las preferencias (religiosas) han proliferado”, pero además, los cristianos evangelistas e islamitas chamulas “desaprueban la fe en la borrachera”.

El escritor repasa ahora y dice que se imaginó que medio siglo después, “estuvieran en los Estados Unidos tantos tzotziles. Andan por todos lados del mundo” y muchos de ellos, ahora son trilingües.

La comunidad Tzotzil, ubicada a 10 kilómetros de San Cristóbal de las Casas, ejerce su autoridad con base en los usos y costumbres y junto con sus tres barrios (San Juan Bautista, San Pedro, San Sebastián), es uno de los principales centros ceremoniales de Chiapas.

Cuando el antropólogo norteamericano Carter Wilson llegó a Chiapas, recién había fallecido el danés Franz Bloom (22 de julio de 1963) y los diarios de la época reseñaban que ese acontecimiento significaba el fin de una era de la arqueología, el joven estudiante universitario de 19 años de edad, pensó que ahí iniciaba su propia época.

Por eso decidió vivir dos veranos entre los tzotziles de San Juan Chamula, un pueblo que ya había descrito Ricardo Pozas, en 1948, a través de su novela Juan Pérez Jolote. En ese lugar de los Altos de Chiapas, Wilson de casi dos metros de estatura, aprendió el idioma de los nativos, que veían al extranjero como un gigante, mientras acompañaba al escribano en su recorido por el pueblo y reuniones que sostenía con autoridades comunitarias.

Resultado de esa estancia, Wilson, escribió en inglés en 1966, Febrero loco, una historia que se desarrolla en Chomtik, el pueblo donde vivió los dos veranos y fue acogido en la casa del escribano Mariano Hernández López, de donde era originario Juan Pérez Jolote, el personaje de la diáspora de los chamulas.

Por un acuerdo de los chamulas de 1940, estaba prohibido que los extraños que se asentaran en el lugar, pero Wilson pudo vivir en la casa de Mariano, gracias a la intercesión de George Collier, del Harvard Chiapas Proyect en San Cristóbal de las Casas.

Carter estaba convencido en vivir en Chamula, porque “deseaba escribir novelas y estaba convencido de que aquí debía haber maneras para aguzar mis habilidades respecto a ver y describir el mundo”.

En de Crazy februry, Wilson cuenta que decidió ponerle ese título porque procede del refrán mexicano Febrero loco… y marzo otro poco”, introducción del discurso que Juan Pérez Jolote recita en el muro del cementerio de Chamula durante el inicio del carnaval.

Hace más de medio siglo cuando Carter Wilson llegó a Chiapas, ya había leído Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, el Popol Vuh y Bajo el volcán, de Malcon Lowry.

Años antes, compró algunas obras de Rosario Castellanos, pero no las había leído, porque “mi español era muy pobre”, ya que no había traducciones al inglés, pero “pienso que en ella había algo muy especial por el entendimiento que tenía de su propio estado, de su propio lugar”.

Wilson que era estudiante en la Universidad de California, le había atraído la antropología como literatura y por eso decidió ir a Chomtik, para conocer la vida de los tzotizles, que siempre trataron “muy bien” al joven escritor.

“Yo viví en una casa muy chica; mi saco de dormir lo ponía en la cocina de la casa de Mariano”, rememora y producto de esa estadía en Chamula, supo entender “lo que estaba pasando en el pueblo”.

-¿Cómo ves ahora Febrero loco?

-Yo lo veo ahora como la obra de mi nieto; yo era joven. Tengo un orgullo de joven: Escribí un libro.

-¿Dónde la escribiste?

-En Chamula y en los Estados Unidos. Primero estaba trabajando en casa de mi abuela en Washington y en Nueva York, donde estaba buscando empleo y al regresar a Chiapas al siguiente año, la completé, dice Wilson ganador de un Óscar  en 1984, por el guión que escribió con Judith Coburn, para la película Los timpos de Harvey Milk (The Times of Harvey Milk), que trata sobre la vida del Harvey Milk, el primer concejal de distrito abiertamente gay en San Francisco, California.

Carter tiene también la novela ambientada en Chamula, Un árbol verde, un árbol seco, que habla de la Guerra de Castas del siglo XIX, de Pedro Díaz Cuscat, que empezará a traducirse del inglés al español, con la ayuda del editor Humberto Pérez Matus, tal como lo hizo con Febrero loco.

Febrero loco se publicó en inglés en 1966, pero debió pasar medio siglo para leerla en español, gracias a la traducción de Pérez Matus y el impulso de José Martínez Torres, de la Coordinación de la Serie Rescate y Patrimonio de la Universidad Autónoma de Chiapas.

Carter Wilson se llevó a Chiapas con él y durante su estancia vivió en Comitán, donde Rosario Castellanos ambientó Balún Canán y entabló amistad con la historiadora María Trinidad Pulido Solis, recién fallecida y con Óscar Bonifaz, amigo de la infancia de la escritora que fue embajadora de México en Israel, fallecida en 1974.

Actualmente Wilson vive en California, Estados  Unidos, donde en algunas ocasiones, para no olvidarse de Chiapas, prepara platillos de la cocina comiteca.

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